miércoles, 10 de octubre de 2007

Dulce incomodidad

En el post del 12 de Julio mencioné que mis siestas de los domingos se merecían un post especial por ser las más incómodas pero agradables de todas. Pues bueno, he aquí la explicación de por qué dije eso. Primero les tengo que advertir que me muero de sueño, y que mi cerebro me está apurando para que termine rápido con este post para que nos vayamos juntos a pasear por los dominios de morfeo, así que quizá en lo que queda del post sólo escriba incoherencias y se me terminen aburriendo (por ejemplo, ya repetí la palabra “post” cuatro veces porque no se me ocurre nada mejor…). Bueno, ahí va… En la casa de la novia existe una salita de T.V. algo improvisada, pues es en realidad parte de lo que era el patio de la casa, adecuadamente remodelado y acondicionado para tal noble fin. Dos sillones modulares puestos uno junto al otro descansan frente a un televisor de 37 pulgadas, emulando a un sofá, con la pequeña diferencia que estos gloriosos sillones son más resortes que espuma, y que se paran separando por sus gastadas patas sobre el piso recién enserado. Pero esta salita, como era patio, no tiene techo de material noble, sino que está cubierta de un esqueleto de aluminio sobre el cual descansa lo que entiendo es un acrílico color ámbar (entre otras cosas) a manera de tragaluz; y he aquí el meollo del asunto ¡Que maravillosa luz invade esa salita los domingos por la tarde! Los colores asemejan una eterna puesta de sol, que no hace más que invitar a compartir el ocaso de la vigilia. Además, el delgado techo permite escuchar a los pajaritos que se posan delicadamente sobre el cerco eléctrico, y la temperatura promedia unos cálidos 21 grados. Debo precisar que la novia vive en el SOL de la molina, y que en los domingos, más que en otros días, siempre sale el sol (no en vano los gringos le dicen sunday). Siempre después de almorzar, la novia y yo nos acomodamos como buenamente podemos en el “sofá”, y encendemos la tele en algún programa al azar, poniendo el volumen en lo mínimo posible. Luego de mover los pies un rato (esto lo explicaré en un post futuro) siempre caigo profundamente dormido, para despertar luego de varias horas algo adolorido, y/o con una extremidad totalmente adormecida, pero innegablemente feliz…
PD: ¡Vaya!, ya tengo 2,000 visitas a mi blog. Como yo no entro mucho y sólo algunos amigos saben de él, supongo que no conozco a la mayoría de gente que me lee.
Bueno, saludos a todos.... y si me leen seguido, dejen comentarios pues.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

no tienes un sofá más grande? la siesta del domingo parace ser bacan pero mas comodo pues...

Anónimo dijo...

que raro eres pero me gustas...

Anónimo dijo...

ay que horribles los bichitos

Anónimo dijo...

SUN-DAY man has abierto mis ojos, nunca me había puesto a pensar en eso!!